lunes, 11 de agosto de 2008

Capítulo 2

¿Por qué los secretos son tan dolorosos?


El misterioso hombre estaba ensimismado preparando todo lo necesario para el hechizo. Gering había parado de reír, su rostro había vuelto a su antigua expresión de pánico. Le cogí la mano, fuertemente, para que de alguna manera él sintiera que estaba allí. Lo primero que se me ocurrió fue llamar a mi hermano, pero desconocía como. De pronto, Vordruck fijó la mirada en Gering: “¿Alguna otra cosa?”, a lo que el niño contestó: “Las palabras clave”. Por lo visto el hombre sabía perfectamente a lo que se refería. Cogió el pincel que tenía preparado y, con pintura roja, empezó a escribir palabras para mí desconocidas en la mesa de la cocina. Sin nada que perder, le grité: “¿Qué es lo que quiere?”. Vordruck me miró con una chispa de desprecio, como si estuviera pensando rápidamente como eliminarme. Finalmente, me respondió: “Muchas veces los dones son recibidos por personas que no los merecen. Y uno de ellos es tu rey. Lo que haré será despojarlo de su palacio, quemar lo que más quiere. Los magos no estamos en este mundo para servir a un monstruo con forma humana para que pueda vivir en su paraíso creado con la desgracia ajena. El padre del niño se negó a darme la clave para el hechizo. Así pues, lo tomaré a la fuerza.” Gering, sin resistirse al miedo, gritó con fuerza. Era solo un sonido, pero con tanto miedo impregnado que los escalofríos te helaban la sangre.

Vordruck siguió escribiendo sobre la mesa, y sin querer se le manchó el anillo que llevaba en el dedo índice de la mano derecha. Sin darse cuenta, prosiguió su plan. Me fijé más detenidamente en el anillo. Aunque, cubierto de sangre, seguía brillando. No parecía de oro ni de plata, sino más bien de alguna piedra preciosa. Súbitamente, Vordruck cogió al niño del brazo y lo arrimó a la mesa. Gering, que no había tenido tiempo ni de pestañear, se puso a llorar, pero esta vez, gritó de un modo silencioso, sin articular ningún sonido. El hombre le cogió la mano, alzándola cerca de su cara. La observó unos instantes. Fríamente, dijo: “Para este hechizo es necesario algo más. Quizá… Tu mano bastaría.” Loca de rabia, me abalancé sobre el niño y no cogí con todas mis fuerzas, apartándolo de aquel hombre. Vordruck, sin moverse, me dijo: “A lo mejor no haría falta una mano… con un poco de yema del dedo bastaría.”. Volvió a avanzar hacia el niño, pero me puse delante de él: “No le toques, si quieres algo, mírame a mi.”. Él sonrió, cogiendo mi mano. La puso encima de la mesa, en medio de las palabras que antes había pintado. Estaba aterrorizada, la mano me temblaba sin cesar, y una gota de sudor frío me caía lentamente de la frente. Cogió un cuchillo, y lo acercó al dedo índice de mi mano izquierda. A modo de prueba, lo movió frente a mi yema, como si calculase cuanto me tenía que cortar. En este momento cerré los ojos, las piernas no me respondían y la mandíbula me castañeteaba, como si me estuviera helando de frío.

Noté el acero del cuchillo sobre mi piel, pero era tal el miedo que sentía que ni siquiera notaba el mínimo dolor. Algo en mi me decía que algo no iba bien. Empecé a notar mucho dolor, mi piel se rasgaba, la sangre salía con fuerza. No podía ser, de una yema no podía salir tal cantidad de dolor. Abrí los ojos. De mi boca salió un grito ensordecedor, un grito de dolor y rabia, de espanto y miedo. Vordruck me había cortado el meñique entero. En su lugar había un trozo de carne repleta de sangre, que iba cayendo con cada vez más frecuencia.

El dolor era insoportable, parecía que la piel me ardía. No paraba de gritar, con la esperanza de que mi hermano viniera a ayudarme. Gering también gritaba, asustado, con lágrimas cayendo por sus mejillas sonrosadas. Vordruck puso mi dedo, lleno de sangre, encima de la mesa. Se puso a pronunciar un conjuro, con los ojos cerrados y las manos juntas, en postura de oración. En aquel momento, Gering y yo aprovechamos para salir corriendo de la casa. La sangre que emanaba de mi mano caía incesantemente. Manché todo el suelo y las escaleras. Por suerte, mi casa estaba a unos pocos metros.

Gering abrió la puerta de un golpe, y corrió a buscar a mi hermano. Vi a Herz venir corriendo hacia mí, con los ojos brillantes de pánico observando mi mano llena de sangre. Vi su rostro desencajarse al ver que me faltaba un dedo, su boca pequeña de labios rosados se abría con expresión de asombro y desconcierto. Me cogió la mano, y con una lágrima cayéndole por la mejilla me dijo: “¿Qué te ha pasado?”.

Herz me limpió la herida, sentí los latidos de mi corazón donde estaba el meñique, y cuando veía que ya no estaba parecía un espejismo. Me vendó la mano y me interrogó. Le conté lo de Vordruck, muy resumidamente y con prisa, pensando que todavía podía estar en casa de Gering. Herz sostuvo mi mano vendada entre las suyas. Sus dedos delgados y llenos de cortes me apretaban, dándome calor y ternura. No podía sentir su piel, pero esa carícia me llegaba hasta el corazón. Miraba su cara, estaba triste, como si en vez de a mí le hubieran hecho daño a él. Finalmente, me dijo: “Tenemos que irnos, Vordruck no tardará en venir. Él sabe que vivimos aquí…”. Yo, atónita, le dije: “Y… ¿Cómo puede saberlo?”. Herz soltó mi mano y dirigió su mirada al suelo: “Vordruck forma parte de la Alianza de Blut…”. Me acerqué a él súbitamente y le miré a los ojos: “¿Tu tienes algo que ver con ese hombre?”. Herz suspiró: “Papá me lo contó hace un par de años. Cuando el rey llegó al poder, los magos se opusieron con todas sus fuerzas. Sabían que tarde o temprano el rey les quitaría sus derechos y los trataría como a gente corriente. A partir de aquel momento, decidieron juntar sus fuerzas para destronar al rey. Cientos de magos en todo el país dan su apoyo a la Alianza de Blut. El rey, por supuesto, no sospecha nada y sigue llamando a palacio a los magos para satisfacer sus deseos. Papá forma parte de esa Alianza, y me dijo hace poco que habían empezado a movilizarse. Quieren destruirle de una vez, acabar con él…”. No hizo falta que me dijera otra palabra, lo vi en sus ojos. Sabía que Herz formaba parte de esa alianza…

Gering estaba sentado a nuestro lado, todavía asustado por lo que había sucedido momentos antes. Herz estaba en silencio, esperando que yo reaccionara por lo que me había contado. Por desgracia, no tuve tiempo de abrir la boca. Oímos un ruido que venía de la puerta. Era como si alguien la estuviera empujando con mucha fuerza, temblaba y se oían golpes. De pronto, se oyó un sonido metálico, como si forzaran la cerradura. Mi hermano se puso delante de nosotros: “estad preparados, no tardará en abrir la puerta.” Cogí la mano de Gering con fuerza, y con un hilo de voz le dije: “No te preocupes y mantente a mi lado”. En unos instantes, la puerta se abría sola, como si la corriente de aire la hubiera empujado. Herz, sin ni siquiera mirar, alzó la mano con decisión y miró fijamente hacia delante. No le hacia falta decir ningún conjuro, simplemente con su mente era capaz de controlar a quien quisiera. Como él esperaba, Vordruck se acercó lentamente, con la mirada perdida. Se acercó a mi hermano, que tenía el brazo rígido y la mirada penetrante. De repente, Vordruck se abalanzó hacia Herz torciéndole el brazo. Gering se asustó y empezó a gritar. Yo estaba tan aterrorizada que ni siquiera me salía la voz.

4 comentarios:

Anice dijo...

ai tia me enganxat T_T sta tope wai *__________*!! m mola moltisim vull mes ò____o
ai tia adoro el teu llibre (L) segeix aixi ò___O

Yue Kato dijo...

Me parece cada vez más interesante =D
esta muy bien la historia de verdad...pero m ha parecido muy fuerte lo del dedo O_O ...dios!xDD

Anice dijo...

guarra xD i dius k no t comenten xD
jo crek k nomes man escrit dos comentaris en les tropecientes mil entrades k tinc xDD
tu ja n tens mes k jo i a mes jo t seguire comentant ~~ ò____o

esperem mes juega del book *W*

Anice dijo...

mireeeeeeee ò0ó tia actualitza ja k vull saber kom continuaaaa ;O;
aaah tiiiia pobreta no tagobiis mol sense mi ;O;
t portare algo dn jack d la botiga disney *w*
gracies x trucarme ^_^
petonnnnns :3!!